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.Quiso la suerte que los fabricantes de mis zapatos, por decirloen otro anuncio, me dieran dos mil pesos.Para que permitiera transmitir mi historia porradio me dieron cinco mil.Nunca creí que fuera buen negocio vivir diez días de hambre yde, sed en el mar.Pero lo es: hasta ahora he recibido casi diez mil pesos.Sin embargo, novolvería a repetir la aventura por un millón.Mi vida de héroe no tiene nada de particular.Me levanto a las 10 de la mañana.Voy a uncafé a conversar con mis amigos, o a alguna de las agencias de publicidad que estánelaborando anuncios con base en mi aventura.Casi todos los días voy al cine.Y siempreacompañado.Pero el nombre de la acompañante es lo único que no puedo revelar, porquepertenece a la reserva del sumario.Todos los días recibo cartas de todas partes.Cartas de gente desconocida.De Pereira,firmado con las iniciales J.V.C., recibí un extenso poema, con balsas y gaviotas, MaryAddress, quien ordenó una misa por el descanso de mi alma cuando me encontraba a laderiva en el Caribe, me escribe con frecuencia.Me mandó un retrato con dedicatoria que yaconocen los lectores.He contado mi historia en la televisión y a través de un programa de radio.Además.se la hecontado a mis amigos.Se la conté a una anciana viuda que tiene un voluminoso álbum defotografías y que me invitó a su casa.Algunas personas me dicen que esta historia es unainvención fantástica.Yo les pregunto:Entonces, ¿qué hice durante mis diez días en el mar?
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